La primera semana con diabetes infantil tipo 1:
Todo fueron atenciones y cuidados en esta primera semana que Martina pasó ingresada en el hospital, con la primera glucemia y el primer pinchazo de insulina los gritos se debieron de oír en el otro extremo de la ciudad pero al segundo día nos estaba dando sus deditos para las glucemias solo con ver el glucómetro.
A nosotros nos recomendaron que pasáramos con la niña el mayor tiempo posible el papá y la mamá juntos, yo os lo recomiendo a todos los que os encontréis en esa situación por dos motivos: primero, la cantidad de cosas que se deben de ir aprendiendo sobre la diabetes tipo 1 en esa semana es fundamental, no son cosas que te expliquen una detrás de otra y que se te olviden, porque si algo tiene esta enfermedad es que todo lo que te explican en los primeros días es que hace falta aplicarlo a diario y segundo, es una manera de involucrarse de lleno ambos papas en la diabetes infantil de los niños, algo que os unirá a vosotros, pensar que se trata de convivir con la diabetes tipo 1 el resto de vuestra vida ( o por lo menos hasta que se invente una solución para ella, cosa en la que confío ya que existe una gran investigación en este campo). Nos han hablado de casos en que la diabetes de un hijo y me imagino que igualmente otras enfermedades graves de los niños en las que no se han involucrado los dos papás han sido causa o por lo menos la gota que colmó el vaso de una separación o divorcio. Por tanto, igual que en el resto de la educación nos debemos de involucrar los dos, hagámoslo en esto también para que todo resulte satisfactorio. Os aseguro que además se pasa por momentos de muchas dudas y complicaciones en las que se necesita tomar decisiones juntos y no que uno de los dos padres se desinterese. El encargado de su control permanente podría ¡sucumbir en el intento! Puede llegar a ser agotador cuando las cosas se complican.
Nosotros, muy unidos iniciamos este camino, no teníamos ningún tipo de experiencia al no conocer a nadie que tuviera diabetes. Al principio las enfermeras venían con una bandejita con el medidor (glucómetro), las lancetas (en el hospital utilizan agujas para pinchar en el dedito desechables de un solo uso) y las insulinas. También traían una tabla donde iban anotando todas las medidas que se le realizaban y la insulina que se le inyectaba. Al segundo día, la tabla de control ya te la dejaban en la habitación para que tú te encargaras de ir anotando, ya nos pareció un mundo pero es que al tercero ya debíamos ser nosotros los que midiéramos la glucemia y pusiéramos la insulina, los encargados de la diabetes infantil tipo 1 de nuestra hija y todo esto por nuestro bien y el de la niña, cuanto antes aprendiéramos antes podríamos irnos a casa. En realidad, yo personalmente no tenía mucha prisa. Piensa que en esto, ya puede encantarte hacer de enfermera o todo lo contrarío tener fobia a las agujas y a los pinchazos que ya puedes sacarte un master en pinchazos y en insulinas porque no te puedes despistar ni un día ni una vez y además ni si quiera puedes delegar diciendo que me lo haga otro que pronto terminará, porque si “es para siempre”… aunque la esperanza de una cura está siempre presente.
Como la niña se encontraba bien, al empezar a regularle la insulina, los momentos en los que no había que realizar algún control paseábamos y jugábamos en las salas de juego, ya iba por el hospital con toda tranquilidad y se sentía bien y segura. Siempre que podíamos nos conectábamos a internet para aprender e investigar todo lo que venía sobre diabetes infantil tipo 1. Aunque la gran mayoría de las páginas que hablan sobre diabetes infantil son americanas y a mí me gustaba más encontrar información directamente más cercana donde hablaran de procedimientos y tratamientos más similares a los que yo debía de aprender, me daba más confianza. Y como no, por las noches nos turnábamos para poder descansar. Para poder estar juntos los papás y aprovechando que a Martina la ingresaron el día 16 de abril del 2011 que era viernes de Dolores mandamos a los hermanos mayores, de 9 y 10 años, con los abuelos.
Poco a poco y a pesar del caos en sus glucemias de los primeros días, muy altas o muy bajas, le fueron graduando la insulina correcta y salimos de allí, muertos de miedo pero con una base para continuar, porque todo hay que decirlo, en realidad no es muy complicado.
Teníamos una nueva compañera de viaje en la educación de nuestros hijos, se llamaba diabetes tipo 1.
Teníamos una nueva compañera de viaje en la educación de nuestros hijos, se llamaba diabetes tipo 1.
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