Los niños con diabetes se enfrentan a su primer problema social en el colegio
La diabetes tipo1 es más que un problema de salud: se trata de una nueva forma de vida que afecta al niño y a su familia en muchos aspectos de su vida diaria.
El primer problema con el que se encuentran los padres y el niño con diabetes infantil es la atención médica continuada que necesitan durante toda la jornada escolar.
El niño con diabetes tipo 1 necesita que todos sus profesores, monitores, personal de comedor… sean conocedores de sus circunstancias y necesidades personales.
Es necesario que las personas que están directamente a cargo del niño sean conscientes de que durante todo el tiempo que permanezcan con el niño que tiene diabetes tipo1 deben controlar su estado físico y anímico para atajar lo antes posible problemas de hiperglucemia pero sobre todo de hipoglucemia para evitar situaciones de riesgo.
Su tutor principalmente o aquellos profesores que pasen más horas con el niño con diabetes infantil deben de saber realizar e interpretar una glucemia y actuar en consecuencia según la pauta indicada dando un tentempié si fuera necesario o inyectándole insulina.
Sin lugar a duda, nada de esto lo debe de realizar el profesor sin el contacto permanente y liberación de responsabilidad por parte de los padres.
No se trata de que dejemos a nuestro niño con diabetes infantil en el colegio y salgamos de allí respirando tranquilos porque por unas horas otras personas se van a encargar de controlar la diabetes de mi hijo. No se trata de un descanso.
Desde el día que nos comunicaron su debut diabético nuestra vida cambió, con total seguridad por lo menos hasta que nuestros hijos no tengan la suficiente autonomía para interpretar sus glucemias y aplicar las pautas establecidas por el médico.
Los profesores de los niños con diabetes tipo 1 tienen que ser capaces de ponerse al otro lado, darse cuenta de que pueden verse en la misma necesidad o similar con sus propios hijos, con ellos mismos…
No se trata de que se tengan que convertir en médicos o enfermeros, se trata de controlar y aplicar un tratamiento que todas las personas debemos estar dispuestos a aprender porque cuando te toca no hay elección y os aseguro que cuando llega la necesidad se aprende “aunque hayas sido alérgico a las agujas toda tu vida”
Por encima de todo hay que partir de dos cuestiones muy precisas:
· Predisposición del colegio para facilitar la completa integración del niño con diabetes.
· Consideración de los padres al facilitar el camino para que los profesores puedan atender las necesidades del niño con diabetes tipo 1.
Predisposición del colegio, ya que los niños deben de estar obligatoriamente escolarizados, no juguemos a la oca con ellos por tener diabetes tipo1; no se trata de una ficha que muevan varios colegios y vaya de oca en oca y tiro porque me toca y el que pierda se queda con el niño diabético.
Sabes que es inevitable, si no va a estar en tu colegio tendrá que estar en otro.
Por tanto si partimos de una disposición a escuchar, valorar y facilitar la integración será posible que el niño con diabetes infantil conviva como un alumno más del centro.
Consideración de los padres, ya que por mal camino vamos si la disposición de los padres es la de exigir y no la de facilitar la integración y convivencia feliz de nuestro hijo.
Valoraciones a tener en cuenta:
- Los papás se presentan en el centro para comunicar la nueva situación del niño (puede tratarse de un niño pequeño que necesite todo el control del tratamiento de su diabetes tipo 1 o uno más mayorcito que solo necesite una supervisión)
- Deben dirigirse a la dirección del centro, ya que esta es la que en principio debe de permitir que el profesorado pueda realizar la labor de control y tratamiento de la diabetes tipo1 durante la jornada escolar del niño.
- Sería bueno que la dirección estuviera receptiva a escuchar lo que tenemos que explicar. Sin lugar a dudas atender a un niño con diabetes infantil constituye un trabajo extra a los ya de por sí intensos quehaceres de los profesores en el colegio.
- Los papás estén dispuestos a aceptar las peculiaridades del centro aportando todo lo necesario para el control de su hijo y estando totalmente a disposición del centro para lo que necesiten.
Si lo observamos sin agobios, no se trata de un niño que necesite una atención individualizada permanente:
1. Atender a su estado físico y anímico (si en el desarrollo normal de la clase o la actividad vemos o el niño nos dice que se encuentra mal)
2. Realizar una glucemia (pinchacito en el dedo) en las horas marcadas o si se encuentra mal o tuviéramos dudas de que pudiera estar mal.
3. Administra la insulina en la hora pautada o en caso de hiperglucemia (si no lo saben hacer ellos mismos)
4. Controlar que se coma su tentempié a su hora o en caso de hipoglucemia.
5. Y sólo en casos graves de hipoglucemia con pérdida de conocimiento aplicar una inyección intramuscular. Lo normal es que este extremo no se llegue a dar. Si nos encontráramos en esta situación pensar en esperar a la llegada de una ambulancia para que le pusiera la inyección de glucagón sería poner en riesgo la vida del niño o las consecuencias fatales que se pudieran ocasionar de no ponerla.
Aunque la legislación recoge que los profesores no tienen porque realizar esta labor, si existe un deber de socorro implícito en todos nosotros hacía los demás.
Si en cualquier momento de nuestra vida nos encontramos ante una emergencia debemos reaccionar de forma positiva, seguramente será una de las cosas más gratificantes que realicemos.
Pensemos en montones de ejemplos con los que nos podamos encontrar de más gravedad como pudiera ser el tener que inyectar glucagón para salvar la vida de un niño o más leves como realizar el control de la glucosa y su tratamiento para evitar un peligro:
· La mayoría de los adultos si ven que un niño va a cruzar y viene un coche haríamos todo lo posible para evitar el atropello.
· Si ves a un niño colgado de un columpio que se va a caer y hacer daño le ayudarás a llegar al suelo.
· Si ves a un niño que se ha perdido, de forma natural trataremos de ayudarlo.
· Cuantos casos no se han dado de gente que incluso pone su vida en peligro por tratar de salvar a un niño que se ahoga en el mar, se quema en un incendio o se encuentra aplastado en un terremoto.
Si de forma natural somos capaces de tomar estas decisiones en momentos tan difíciles para los que no estamos preparados, como no vamos a reaccionar ante una necesidad que viene con libro de instrucciones.
De verdad me cuesta creer que un profesor que ve que un niño se atraganta y ahoga espere a que llegue la ambulancia negándose a intentar evitar la asfixia. O el que se encuentra a un niño que se ha quedado atrapado haciendo una travesura y su vida peligra, decida esperar que lleguen los bomberos sin hacer nada. O al que en medio de su clase observa que a un alumno le está dando una crisis epiléptica y de las convulsiones se está ahogando o dándose golpes y no decide ponerlo en una posición segura porque quiere esperar a que lleguen los servicios médicos.
Y si el que se encuentra en peligro no es un niño sino un compañero, otro profesor que sufre un accidente o un infarto ¿lo vamos a dejar sin atender hasta que lleguen los médicos?
… Y si fuéramos nosotros o nuestros hijos qué nos gustaría que hicieran los demás.
Como humanos que somos llevamos innato el deber pero también el querer ayudar a los demás cuando se encuentran en apuros.
Entonces si surge un problema que nos coge por sorpresa y para el que no estábamos preparados ni prevenidos estamos dispuestos a ayudar pero en caso de que el problema venga de un niño con diabetes infantil del que ya nos han informado de cómo resolverlo ¿nos vamos a quedar de brazos cruzados esperando la ambulancia?
Realmente si nos tuviéramos que enfrentar a un accidente o emergencia repentina desearíamos siempre tener la solución en nuestras manos para salvar a la persona con problemas y para nuestra tranquilidad.
Por suerte los profesores cuando tienen un niño con diabetes tipo 1 en sus clases, este viene con libro de instrucciones. Esto sí que lo deben exigir en el colegio y por el bien de los niños, tanto para su bienestar como para que en el colegio estén dispuestos a atenderlo, los papás deben proporcionarlo.
Con ello la atención del niño con diabetes infantil se convertirá en una rutina alterada en ocasiones por hipoglucemias e hiperglucemias y extraordinariamente con crisis severas de hipoglucemia.
La responsabilidad de la atención no debe de recaer en los profesores, ni en el colegio con lo cual primero de nada los papás de niños con diabetes tipo1 debemos facilitar esta atención, la diabetes de nuestro hijo condiciona nuestra vida y en ocasiones tendremos que realizar cambios en la rutina que tenía antes del debut:
· Tiene que existir un contacto telefónico permanente donde puedan localizar al instante a los padres o persona asignada que pueda responder al profesor.
· Tenemos que tener la previsión de que en ocasiones haya que acudir al colegio de forma inmediata y si no pudieran los papás tiene que haber otra persona preparada para a tender al niño que lo pueda hacer.
· Personalmente creo que mientras que los niños son pequeños se debe de hacer todo lo posible por acudir al cole a realizar los controles pautados y cada ocasión en que los controles se disparen hasta su recuperación.
Esto es para facilitarle las cosas al profesor que, no nos olvidemos, tiene otros veinticuatro niños en el aula. De esta manera el profesor podrá aprender con naturalidad para cuando lo tenga que realizar el solo.
· Se debe de entregar en el colegio un cuadro de actuación para cada momento del control glucémico y según el nivel que se tenga (ver cuadro de control de glucosa en el colegio)
· Preparar una bolsita de hipoglucemias con un bebible rico en hidratos de carbono, unos sobres de azúcar y unas galletas.
Llevar la insulina que le corresponda o pueda necesitar inyectarse además de que el colegio tenga permanentemente un glucagón para situaciones de emergencia.
El control de la diabetes en un niño es muy latoso pero con buena voluntad de parte del colegio y sus profesores, y de los papás, se ha de vivir con naturalidad para que el niño viva con diabetes y no para su diabetes.
Naturalidad no marginando al niño en algunas actividades por miedo (simplemente realizar los controles necesarios y el 90% de las veces podrá hacer todo lo que sus compañeros hacen)
Naturalidad realizando sus glucemias administrando su insulina delante de sus compañeros para que ello sean conocedores de la enfermedad de su amigo e incluso cuando son más mayorcitos le pueden echar una mano si se encuentra mal.
Naturalidad para que en medio de la clase pueda tomarse un rápido tentempié y no tenga que salirse del aula perdiendo el ritmo de la clase.
Naturalidad también en todo esto para los más mayorcitos que lo controlan casi todo ellos solos y únicamente necesitan una supervisión.
Que ningún niño con diabetes tipo 1 se sienta mal por qué dirán sus profesores o compañeros. Ya bastante duro es convivir con la diabetes tipo 1 las veinticuatro horas del día con todo lo que esta enfermedad implica.
Con un pequeño esfuerzo el colegio y los profesores pueden superar los miedos que les impiden querer atender al niño con diabetes infantil.
Desde Creciendo con diabetes queremos ayudar a entender las necesidades que estos niños tienen y ayudar a los padres a presentar las pautas de actuación de la forma más clara para que todos los niños con diabetes tipo 1 puedan acudir a sus colegios con naturalidad.
Y los papás tenemos que darnos cuenta de lo que nos ha costado asumir la enfermedad de nuestro hijo, los miedos de los primeros días con las inyecciones, lo difícil que resulta en un principio valorar los niveles de glucosa y los sustos que se pasan cuando los niveles están disparados. No exijamos, pidamos por favor, seamos positivos para que el cole también lo sea, transmitámosles nuestros miedos para que ellos entiendan los suyos, comentémosles que nosotros también nos equivocamos en ocasiones en la atención de nuestro niño con diabetes tipo 1 y entendamos que ellos igualmente se puedan equivocar. Eximámosles de toda responsabilidad y solo les pidamos buena voluntad.
¡Ánimo profes!
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