SENSORES DE MEDICION CONTINUA DE GLUCOSA

Existen dos tipos de sensores de medición continua de glucosa. A uno de ellos se le denomina ciego, ya que desde el momento en que se implanta hasta el día que se retira nosotros no tenemos forma de conocer las glucemias que va registrando. Una vez es retirado se vuelcan todos los datos recogidos en el programa informático que nos dará toda la información que guarda en su interior. El otro modelo de sensor de medición continua de glucosa ha de ir implantado en un niño portador de bomba de insulina, será a través de ésta como iremos conociendo en tiempo real la glucemia que el niño registra en ese preciso momento en el líquido interesticial (en grasa)
Las ventajas de uno y de otro ya quedan reflejadas en estas primeras lineas, sin lugar a dudas nos aportan algo fundamental y es el control milimétrico continuo que realizan, de forma que conoceremos los niveles de
 glucosa las veinticuatro horas del día durante la semana que lo llevan puesto. Nos sorprenderemos al ver situaciones que desconocemos, como altos o bajos niveles entre dos mediciones que habitualmente realizamos. Su gran ventaja es que gracias a estos resultados podremos ajustar sus pautas de insulina para esos momentos. Nos aporta un gran beneficio al poder corregir, por ejemplo, curvas de hipoglucemias repetidas e inadvertidas durante la noche.
Esta información la recibimos de los dos modelos de sensor, el ciego es utilizado por los equipos médicos como herramienta de control más exhaustivo en aquellos niños con controles poco estables de glucemia. Está subvencionado por la seguridad social. No es para utilizar de forma continua sino que se implanta,  se analizan sus resultados y se ajusta la pauta. Si fuera necesario se repetiría en un periodo posterior.
Es pequeño, no molesta y pueden realizar una vida normal con él, incluso se puede mojar.  En mi opinión nos aporta todo ventajas.
El otro tipo de sensor se conecta a la bomba de insulina a través de bluetooth y a través de la bomba conocemos al momento las glucemias, necesita ser calibrado ya que nosotros obtenemos un nivel de glucosa en sangre, mientras que el sensor lo obtiene en grasa. Las medidas pueden llegar a ser bastante diferentes en algunos momentos y debemos gestionar su funcionamiento teniendo esto en cuenta.  Mientras que la glucosa llega rapidamente a la sangre, tarda bastante tiempo en llegar a la grasa. Dependerá de cada niño, de los alimentos que haya ingerido... Los valores serán más parecidos al levantarse que después de las comidas. No nos evita las glucemias capilares, precisa de un número mínimo de controles para calibrar e incluso durante los primeros momentos más glucemias capilares de las que acostumbrabamos a hacerle al niño.
La bomba cuenta con una serie de alarmas previamente establecidas en consenso con el médico que nos alertan con un tiempo de antelación de que el niño va a sufrir una hipoglucemia, llegando a suspender la bomba automáticamente en caso de que se alcancen los niveles mínimos marcados. Aun así su manejo precisa de una gran formación y preparación ya que aunque nosotros actuemos ante una alarma de aviso de hipoglucemia dándole al niño hidratos de carbono, el tiempo que tardará la glucosa en llegar al líquido en grasa donde efectua la medición es largo y por tanto no reconoce la recuperación del nivel hasta  tiempo más tarde. Este sensor no lo cubre la seguridad social, la conchita que guarda la información tiene un precio aproximado de unos 700€ y el sensor en si que se debe de cambiar cada semana unos 65€ Se puede optar por ponerlo continuo o dejar semanas de descanso por el medio.
Sería fantástico que el sensor midiera el nivel de glucosa en sangre al igual que las mediciones capilares. Claro que eso sería practicamente como tener un páncreas artificial!!!!
Todo llegará. Martina es portadora de una bomba de Medtronic "que le ha dado la vida" en este mes que llevamos con ella sus niveles se han estabilizado de tal manera que podemos hablar de un 90% de días con una normoglucemia total, unicamente se desestabilizó un poco en medio de las Navidades, entre los nervios, los ajetreos y un poco a causa de la implantación del sensor. No fuimos capaces de realizar una buena gestión de sus alarmas y sonaban continuamente, lo que nos provocaba darle hidratos en exceso... bueno, la verdad es que nos superó un poco. Realmente me gusta más el sensor ciego. Por otra parte en el pequeño culete de mi hija verle por un lado el cateter y por otro el sensor me daba una imagen de tener una pequeña robocop.
La atención de la delegada "educadora" de Medtronic es excelente, la formación que hemos recibido para aprender a utilizar la bomba ha sido fundamental para conseguir la estabilidad en los niveles de glucosa de Martina. Nuestro hospital no cuenta con una unidad de diabetes pero la atención que recibimos es tan buena que eso supera a todas las instalaciones y medios que puedan tener otros hospitales.
Nunca fui partidaria de la bomba de insulina para Martina, verla atada a una máquina era un espanto para mi pero he de reconocer que es lo mejor que hemos hecho por Martina, su calidad de vida es muy buena, ella es una valiente, una campeona que puede con todo lo que le echen y lleva la bomba con alegria.
No puedo hacer otra cosa que recomendar y animar a todos aquellos papas que se encuentren en la misma situación que nosotros a que piensen en ponerle una bomba de insulina a su hijo. Aunque sigo pensando que si Martina hubiera tenido la suerte de tener una diabetes controlada no se la pondría, creo que está indicada para todos aquellos casos de niños con dificultad de conseguir unos niveles estables a pesar de un estricto control en sus pautas. Hay que estar bien preparado y dispuesto a formarse para poder usarla, la diabetes implica una formación constante y un control permanente.